Este 16 de abril el mundo conmemora el día contra la esclavitud infantil, y cómo sucede en muchas de estas fechas, que pretenden generar conciencia y reacción social frente a graves vulneraciones de derechos humanos, también se recuerda el sacrificio de personas que dieron su vida por defender y denunciar la violencia y el abuso contra poblaciones vulnerables y discriminadas.
En este caso el mundo recuerda el doloroso homicidio en 1995 de un pequeño niño paquistaní de doce años, que a su corta edad ya era reconocido en todo el mundo como uno de los más valientes activistas contra la esclavitud infantil, flagelo que se creía cosa del pasado e imposible finalizando el siglo XX.
Pero Iqbal Masih, así se llamaba este niño, abrió los ojos del planeta a esta dolorosa realidad, de la que son víctimas millones de niños y niñas, sometidos a intensas jornadas de trabajo en oficios y actividades que no son propias a sus edades y que representan riesgos latentes para su integridad y vida. Privados de su libertad, afrontando violencia, abuso y la negación de derechos básicos como a una alimentación adecuada, a la educación, a la recreación, al cuidado y el amor que todo niño y niña deberían recibir.
De esta manera, Iqbal, de mirada intensa, con la estatura de un niño de 6 años, a pesar de tener 12, fruto de una vida de esclavitud desde los 4 años, logró escapar del cautiverio del que su propio padre lo había vendido para llevar una vida de trabajos forzados en una fábrica de alfombras en Pakistán, alfombras que eran compradas en el mundo a un alto valor por su gran trabajo y calidad.
Esto fue precisamente una de las cosas que denuncia Iqbal, la complicidad de las grandes sociedades frente a esto delitos, al consumir artículos y marcas que eran producidos a costa de la esclavitud y el sufrimiento en este caso de niñas y niños de países subdesarrollados y pobres.
Los discursos de Iqbal sorprendieron al mundo, con la contundencia y fuerza de sus palabras para denunciar su esclavitud, las secuelas que dejó en su cuerpo, todo el dolor que sufrió, pero también eran valientes para pedir la liberación de otros niños y niñas en sus mismas condiciones. Era conocido como el “presidente de liberación de los niños” y es muy recordada su frase: “ahora no tengo miedo, es mi patrón quien me tiene miedo”.
Gracias a su activismo logró que se cerraran muchas de estas fábricas que esclavizaban población infantil, logró la libertad de niños y niñas como él. Les habló a los padres de otros niños sobre la importancia de la educación, de no seguir vendiéndolos. Viajó por Europa, recibió premios internacionales, grabó documentales, se convirtió en un estudiante brillante, pero sobre todo conoció la libertad, concepto del que se enamoró y defendió hasta su muerte. Fueron cerca de tres años de activismo, soñó con convertirse en abogado, pero un domingo, cuando iba en su bicicleta, cuando estaba teniendo la vida a la que todo niño tiene derecho, fue asesinado por sicarios.
Su voz y su legado están muy presentes, para recordarnos que no podemos ser indiferentes frente a las niñas y niños que viven en situaciones de explotación y trabajo infantil. Colombia no es ajena a esta realidad, que actualmente se está tornando en una situación compleja con la población migrante que llega al país
Diariamente estamos viendo niñas y niños pedir plata en los semáforos, vendiendo dulces en el transporte público o esquinas de la ciudad. También están en las plazas de mercado, en los monta llantas y en el servicio doméstico, los que están en la minería ilegal, en cultivos ilícitos, los que son reclutados por bandas criminales o son explotados en actividades como el turismo sexual.
Muchos de estos niños están por fuera del sistema de educación, no disfrutan de actividades de tiempo libre, expertos aseguran que los niños que trabajan en la calle convierten este espacio en su principal lugar de socialización y de aprendizaje del mundo, lo que trae graves consecuencias psicológicas y físicas. A nivel psicológico, un niño que trabaja está expuesto a una situación de maduración prematura. En la calle establecen relaciones con personas de diferentes características y edades que influirán para bien o para mal en su formación. A nivel físico, estos menores de edad sufren problemas dermatológicos, gastrointestinales, entre otros problemas de salud.
Este 16 de abril nuestra invitación es a comprometernos con la protección integral de nuestra infancia, a no tolerar ningún tipo o forma de vulneración de sus derechos, hay mucho trabajo por hacer, informémonos sobre el tema, hay líneas donde podemos denunciar, por ejemplo ICBF tiene la Línea 141. Actuemos la responsabilidad del cuidado de la infancia es asunto de todos