En esta historia tenemos que cambiar los nombres de sus protagonistas, para proteger su identidad e integridad. Es necesario, no sólo porque hay un menor de edad involucrado, sino también porque la mujer que comparte su relato representa la voz de muchas mujeres que en el país también viven su tragedia, la de aquellas que con valentía deciden asumir la defensa y protección de sus hijos frente a monstruos y criminales que violentan y abusan de niños y niñas, pero que en una absurda paradoja terminan siendo ellas las señaladas, las perseguidas y acusadas.
Ángela, como llamaremos a nuestra invitada, está llevando un duro proceso legal, para que se haga justicia, para proteger y evitar que su hijo vuelva a ser víctima de abuso sexual por parte de su propio padre como ella nos narra en su relato.
Inicia con una afirmación categórica: “en nuestra justicia pueden más los estereotipos de género, que la verdad y la objetividad”, y lo explica de una manera clara: “cuando estamos en una audiencia por la custodia de nuestro hijo, este señor, como el mejor actor rompe a llorar y en medio de sus lamentos exclama que sólo quiere que le dejen ser un buen padre, que sólo pide que no lo alejen de su hijo, entonces que sucede, los funcionarios se conmueven y le creen, que pasa en mi caso, cuando estoy muy afectada y lloro y me desespero, me señalan como la histérica, la manipuladora y me atacan”
Este machismo arraigado en el país y que desafortunadamente también está presente en nuestro sistema de justicia y protección, evita que efectivamente se proteja a niñas y niños víctimas de violencia sexual, y los pone en riesgo de regresar a las manos de sus abusadores, mientras a madres valientes se les etiqueta y se inicia contra ellas persecuciones injustas en muchos escenarios y espacios, no sólo en lo legal, esto trasciende a lo social, laboral y hasta en sus círculos más cercanos, como amigos o familiares. A nuestra sociedad le cuesta creer que esto es una realidad, pero sucede mucho más de lo que imaginamos, de acuerdo con las cifras de Medicina Legal cada hora dos niñas o niños son víctimas de violencia sexual en el país , y entre los principales agresores se encuentran sus padrastros y padres biológicos.
En el caso de Ángela, nos cuenta que la pesadilla inicia cuando queda embarazada, a partir de este momento, el hombre que para ella era un príncipe azul, que siempre tenía la palabra y el detalle perfecto, se transforma en un monstruo, que sin importarle su estado empezó a hostigarla, a maltratarla y llegó a ponerle una pistola en su cabeza.
Entonces viene la separación, pero su agresor se ensaña y comienza a crear a través de correos electrónicos y la manipulación de redes sociales un escenario donde la hace ver como una mujer desequilibrada. Él se aprovecha de que Ángela abandonó sus estudios y su vida laboral cuando se convierte en su pareja, para señalarla como una inútil, una mujer vividora que solo quería su dinero, esto ocasiona que en sus círculos sociales muchas personas se pongan en contra de Ángela, teniendo en cuenta que este personaje tiene un importante reconocimiento y prestigio.
La manipulación de su victimario se traslada a los escenarios legales, donde nos dice Ángela que no comprende como tiene más fuerza y validez el testimonio y los correos electrónicos fabricados por su propio agresor que las pruebas y evaluaciones emitidas por entidades como Medicina Legal que ella presentó.
Por esta razón un juez ordenó que este señor tuviera derecho a tener la custodia compartida de su pequeño hijo sin ningún tipo de supervisión, desconociendo las denuncias de Ángela sobre las conductas violentas y desequilibradas de este hombre. Es así que el niño termina siendo víctima de abuso sexual.
Ángela lo descubre, no duda en denunciarlo para que su hijo nunca más vuelva a ser víctima de este horrendo crimen. No ha sido fácil, no le creen a pesar de las pruebas, de nuevo le dan más credibilidad al victimario asegura, pero está dispuesta a proteger a su hijo con toda su energía y capacidad, hoy es una mujer que se ha hecho muy fuerte y dice que no se va a rendir.
Asegura que no ha sido fácil, son muchos los obstáculos, desde pasar por infinidad de terapias psicológicas y tener que soportar que muchas personas la llamen loca, hasta las dificultades económicas, el aislamiento social y familiar, pero reitera y le envía un mensaje a las mujeres que también están pasando por la misma situación, que no se pueden rendir, porque ellas son la esperanza, la fuerza y el soporte que tienen sus hijos para salir adelante y superar este atroz crimen.