El deporte tiene como campeón al machismo

Tal vez no hay campo de la actividad humana donde más se refleje la desigualdad de género y la invisibilización de la mujer como es el caso del deporte. Podemos ver logros y avances en la superación de brechas entre hombres y mujeres en diferentes esferas como en lo económico, en lo político, en la educación, pero si revisamos el tema del deporte, el balance es terrible, la participación deportiva de la mujer es plato de segunda mesa, no genera valor y hasta se ridiculiza. Si hay algo afianzado y fuerte de la estructura patriarcal en nuestra sociedad es que el deporte es cosa de hombres.

Sólo revisemos las secciones de noticieros dedicadas a los deportes, las encuestas que miden la sintonía y el consumo dicen que es la sección para los hombres, el cubrimiento de noticias es prácticamente de competiciones masculinas y muy pocas veces se resalta los logros de las mujeres.

Un ejemplo doloroso de esta situación lo tenemos con lo que tuvieron que vivir las jugadoras del Atlético Huila, campeonas de la copa libertadores de fútbol femenino que se vieron obligadas a dormir en el suelo de un aeropuerto cuando regresaban después de obtener su título. Esto nunca lo sufriría un equipo campeón masculino.

Peor aún los comentarios sobre la liga femenina que tuvieron que soportar estas talentosas jugadoras, donde un alto dirigente deportivo se atrevió afirmar que el fútbol femenino era “un caldo de cultivo del lesbianismo”. Hasta los típicos comentarios del micromachismo que felicitaban a las “niñas” del Atlético Huila por su título y que salió a corregir la escritora Carolina Sanín, al recordar que no se estaban refiriendo a una competición de menores edad, que las ganadoras eran mujeres adultas y profesionales, y que esta era una forma de disminuir el logro obtenido por estas deportistas.

Frente a este tema la española doctora en Filosofía y licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Matilde Fontecha, asegura que la discriminación que se vive contra las mujeres en el deporte es impensable en otros campos humanos y abarca desde los años escolares hasta la práctica profesional y de élite.

La doctora Matilde asegura que las federaciones y los clubes incumplen las leyes de igualdad, mantienen prácticas antiguas y normalizadas como el acoso y abuso sexual, fomentan la lesbofobia como quedó evidenciado en el país con los comentarios del alto dirigente de fútbol y el papel de la mujer se relega casi que exclusivamente al mercadeo de su imagen y de su cuerpo.

De acuerdo con investigaciones sobre inversión en publicidad se estableció que de los 62 mil millones que se invierten en patrocinio para el deporte en el mundo sólo el 0,4% se destina a pauta para competiciones femeninas, porque se considera que no tienen audiencia y no generan interés.

El micromachismo que sustenta que el deporte femenino es aburrido es una de las ideas en las que nuestras sociedades tienen que trabajar con más fuerza para cambiar. El deporte es un campo donde aún quedan muchas barreras y prejuicios por derribar en materia de equidad de género, es indispensable para que las mujeres asuman completamente su autonomía e independencia. El control del cuerpo que se logra a través del deporte es necesario para tener más mujeres empoderadas. No podemos seguir permitiendo que se les diga a las niñas que saltar o correr es cosa sólo de niños y que puede ser peligroso para ellas. No podemos seguir viendo como bichos raros y cuestionar la orientación sexual de las adolescentes que se interesan por deportes de contacto, de fuerza y resistencia.

El deporte también es cosa de mujeres, y en sus competencias también hay lucha, sacrificio, logros y hazañas, no olvidemos por ejemplo que el mejor atleta del mundo en el 2018 es una mujer, la colombiana Caterine Ibargüen, que sin duda ha emocionado y ha hecho encender muchos televisores para seguir sus competencias, o no podemos olvidar que de las cinco medallas de oro que ha obtenido el país en todas sus participaciones en los Juegos Olímpicos, cuatro las conquistaron mujeres, y así podríamos reseñar muchas más hazañas y momentos épicos del deporte femenino.

Necesitamos entonces del esfuerzo y el compromiso desde las familias, los colegios, las escuelas de formación deportiva, las ligas, federaciones y toda la comunidad deportiva para transformar las condiciones que naturalizan la violencia y la invisibilización de la mujer en el mundo del deporte.