Cada día estamos escuchando con más frecuencia hablar de términos como “nuevas masculinidades”,” masculinidades alternativas”, “la crisis de la masculinidad” , todos nos remiten a la necesidad de repensar y de redefinir que significa ser hombre, en cuestionar todo los valores y acciones que están implícitos a este rol, asociado a la capacidad de dominio, de supremacía, de autocontrol , de poder y especialmente de ejercer violencia.
Ya las mujeres llevan mucho terreno ganado en este proceso de repensar nuestra identidad a partir de cuestionar los tradicionales roles de género, pero para los hombres esta es una cuestión relativamente reciente, incluso, son las propias mujeres de los movimientos feministas las que comenzaron a plantear la necesidad de redefinir y buscar nuevos modelos de lo que es ser hombre.
También hay que decir que desde diversas investigaciones y estudios sobre cómo nace este proceso se señala a mujeres escritoras de principios del siglo XX como pioneras en plantear esta discusión, con la creación de personajes masculinos que se cuestionaban la masculinidad tradicional y con ello el machismo y la cultura patriarcal, como es el caso del personaje Newland Archer de la novela la Edad de la Inocencia de 1920 de la escritora Edith Wharton.
De esta manera es tal vez a partir de la mitad de los años sesenta y setenta, cuando se reafirman los derechos de las mujeres en la esfera privada y se lanzan a conquistar el escenario de lo público, mientras a la par las leyes comienzan a sancionar y castigar la violencia machista, es que comienza a surgir la necesidad de asumir por parte de los mismos hombres una actitud crítica frente al tradicional rol de lo masculino. De alguna manera el mundo en ese momento estaba sufriendo trasformaciones fundamentales, pero los hombres parecían rezagados y apenas despertaban o abrían los ojos a un nuevo escenario que estaba reclamando el respeto por la diferencia, la diversidad y la construcción de una identidad personal libre de estereotipos.
Este proceso se consolidad a partir de los años 90 en el mundo y lo mismo sucede en Colombia, con la creación de colectivos y de grupos de hombres que comienzan a buscar la construcción de nuevas masculinidades, comprometidas con la igualdad, alejándose del macho violento, aprendiendo y educándose en el ámbito de lo emocional y del autocuidado, todo bajo la premisa del crecimiento personal y social y de cooperación mutua entre hombres y mujeres.
No ha sido un camino fácil para este proceso, en gran parte se debe a la desventaja en la que se ha puesto siempre lo femenino frente a lo masculino, donde tradicionalmente siempre se le ha dado mucho más valor a los masculino. De esta manera, muchos hombres consideran que al intentar transformar su forma de ser hombres y relacionarse con el mundo y las mujeres, se están poniendo en una posición de perdida y de vulnerabilidad.
Precisamente este el trabajo que en muchos escenarios están tratando de realizar los hombres que trabajan con otros hombres el tema de nuevas masculinidades, donde se busca hacer entender que este es un proceso que puede brindar nuevas herramientas para crecer como persona, para tener una mejor vida, para construir relaciones asertivas y armónicas.
Así lo entendió Michael, padre bogotano de una niña de 3 años, que por cuestiones de la vida tuvo que asumir la custodia y el cuidado sólo de su hija. El comparte su testimonio con Katarsis para contarles a otros hombres y mujeres que trabajar en un proceso de nuevas masculinidades le ha permitido abrir la mente, para tener las bases necesarias para asumir el sólo la responsabilidad como padre, para mejorar el entendimiento y la comunicación con su hija.
Este proceso le ha permitido disfrutar con mayor intensidad de las rutinas con su hija, desde arreglarla todos los días y caminar con ella para llevarla al jardín infantil, hasta recogerla en la tarde, además de cocinarle, coserle, jugar a las muñecas y acompañarla en la aventura de crecer.
Para Michael las nuevas masculinidades le han permitido disfrutar y asumir la vida de una nueva manera, sin miedo a reconocer sus emociones, a reconocer la importancia del autocuidado y sobre todo en la importancia de estar contribuyendo a construir una mejor sociedad, libre de violencias de género.
Aún falta mucho para avanzar en este terreno, pero como Michael ya son más los hombres que empiezan a tomar a conciencia de la necesidad de asumir este tipo de cambios, fundamentales para construir una sociedad más justa e igualitaria.